sábado, 21 de diciembre de 2013

Plagas y enfermedades del cultivo de alfalfa


Plagas
En el cultivo de alfalfa destinada a la producción de forraje, las plagas más comunes que afectan a la planta son los áfidos (pulgón verde y pulgón manchado) y el gusano soldado; sin embargo, su control químico no es recomendable, ya que al suministrar forraje con insecticidas se corre el riesgo de intoxicación del ganado.
Una medida práctica para el control de las plagas mencionadas consiste en realizar cortes prematuros, debido a que así se reduce su proliferación.
 
Control de maleza
La presencia de maleza dentro de un cultivo de alfalfa es un factor determinante en la obtención de rendimientos bajos y forraje de mala calidad, por lo que se sugiere controlar la maleza inclusive desde el momento del establecimiento del alfalfar y mantener vigoroso el cultivo durante su etapa productiva.
Existen varios métodos para reducir la incidencia de la maleza en el terreno y, para lograrlo, pueden conjugarse las siguientes prácticas: preparación adecuada del terreno, uso eficiente del agua de riego, realizar la cosecha en la etapa de madurez y altura de corte adecuadas, usar herbicidas en presiembra y en el cultivo ya establecido.
Dentro de las condiciones que favorecen la presencia de maleza se encuentran:
a) Cuando un alfalfar está en plena producción y no se fertiliza y riega adecuadamente.
b) Cuando los cortes son muy irregulares en la etapa de madurez.
c) Cuando la altura de corte es muy irregular, el cultivo se expone a una fuerte invasión de maleza perenne. En ese momento es necesario realizar el control químico.
Para el control efectivo de la maleza de la alfalfa, se pueden emplear los herbicidas: Pivot, Poast Plus, Goal, Eptam (EPTC), Balam, Buctril y Butyrac. Para su aplicación se recomienda seguir las recomendaciones marcadas en las etiquetas de cada producto.
 
Enfermedades
Las enfermedades de la alfalfa causan deterioro y muerte de las plantas y generan pérdidas económicas; sin embargo, su ocurrencia y severidad depende principalmente de las condiciones ambientales, del tipo de suelo y del manejo que se de al cultivo.
Desde el punto de vista económico existen pocas opciones para el control de enfermedades, por lo tanto, es recomendable seleccionar variedades resistentes a los patógenos.
 
Enfermedades foliares
Entre las principales enfermedades foliares que ocasionan pérdidas en el rendimiento de forraje están la peca de la alfalfa y mildiu velloso, las cuales se describen a continuación:
Peca de la alfalfa. Se presenta en la mayoría de las regiones alfalferas de México, especialmente durante la época de lluvias y cuando prevalecen períodos húmedos frescos. Sus síntomas se observan en las hojas de los dos primeros tercios de la planta, donde aparecen pequeñas manchas circulares de color castaño, las cuales pueden provocar la caída de las hojas cuando su ataque es muy intenso.
Si la peca reduce considerablemente el número de hojas, el rendimiento y la calidad de forraje disminuyen, debido a que las hojas de las alfalfa constituyen la parte más nutritiva de la planta.
Una práctica recomendable para el control de la peca, es cortar la alfalfa prematuramente durante la época de lluvias, con el fin de conservar las hojas y el valor nutricional del forraje.
Mildiu velloso. Este hongo se presenta durante la época de lluvias, principalmente en los terrenos donde la planta permanece húmeda por mucho tiempo. En las hojas infestadas por esta enfermedad se observan manchas de color gris claro sobre los tejidos, los cuales se tornan de un color rojizo cuando el ataque es muy fuerte. Las hojas llegan a presentar clorosis, se arrugan y en ocasiones mueren y finalmente se desprenden de la planta.
Al igual que para la peca, no existen medidas preventivas eficaces para el control del mildiu, por lo que el corte prematuro de la alfalfa, es la práctica más común para conservar las hojas.
Enfermedades de la raíz
Pudrición de la raíz. Es una enfermedad causada por un hongo que invade los tejidos de la raíz y el tallo. Con su ataque provoca problemas de absorción y transporte de agua y nutrimientos. Las plantas infectadas reducen su desarrollo, su follaje toma una coloración verde amarillenta, las hojas se marchitan y finalmente la planta muere.
Para prevenir y controlar al hongo se recomienda nivelar el terreno antes de sembrar con el objetivo de evitar en lo posible el exceso de humedad cuando se aplica el riego.
Marchitez. La marchitez ocurre por lo general en terrenos cuyo drenaje es deficiente o donde existen encharcamientos. Con su ataque el follaje adquiere una tonalidad amarillenta, formándose en algunas partes una coloración rojiza. A consecuencia del daño, la planta tiene un desarrollo raquítico y llega a morir.
En las raíces se observan lesiones hundidas de tamaño variable, al principio de color amarillo y posteriormente se tornan de color café obscuro con los márgenes amarillentos. Estas lesiones se pueden localizar en cualquier parte de la raíz.
El hongo de esta enfermedad permanece en el suelo dentro de las raíces infectadas y, cuando se presentan condiciones favorables para su desarrollo (exceso de agua en el suelo), produce esporangios o estructuras fructíferas, de las cuales salen las esporas que se desplazan a través del agua e infectan a otras plantas.
La transmisión de la enfermedad puede ocurrir principalmente por el acarreo del hongo a través del agua de riego, herramientas y maquinaria de labranza.
Para controlar la marchitez se deben evitar los excesos de agua en el suelo, para lo cual se recomienda nivelar perfectamente el terreno antes de establecer el alfalfar, o bien, seleccionar variedades resistentes a la marchitez. Así mismo, la rotación de cultivos de gramíneas, como maíz, avena, sorgo y trigo puede reducir la incidencia de esta enfermedad.
Enfermedades de la corona
Marchitez bacteriana o "escoba de bruja". Esta bacteria penetra en las raíces de la alfalfa por heridas y lesiones naturales de los tejidos de la corona.
Los síntomas característicos aparecen casi siempre al segundo año de establecido el alfalfar. Inicialmente se observa una reducción en el vigor de las plantas, las hojas se tornan amarillas, se blanquean y mueren a fines del verano. En las plantas afectadas, las hojas son más pequeñas y se engrosan antes de perder su coloración natural, los tallos son más pequeños y numerosos y presentan una apariencia de escoba.
Al analizar la raíz principal de una planta enferma, muestra una coloración castaño pálida en el tejido leñoso y, si se corta en secciones transversales, se observarán unos anillos café-amarillentos, precisamente bajo los tejidos de la base de la corona de la planta.
El control de la enfermedad se logra mediante el manejo adecuado del cultivo durante la cosecha, evitando al máximo el pisoteo excesivo, ya que éste ocasiona lesiones en los tejidos de la base de la corona, dando margen a que aparezca la enfermedad. Además deben evitarse los riegos muy pesados.
El control químico de la enfermedad puede efectuarse con la aplicación de terramicina agrícola y fertilizante foliar que estimule el desarrollo uniforme de los rebrotes afectados por la enfermedad.
Pudrición de la base. Se presenta en aquellos alfalfares cuyo drenaje es deficiente. En estos sitios se puede observar la pudrición de la base de los tallos que trae como consecuencia el secamiento y la muerte de todo el follaje.
Los daños más fuertes se registran durante el período de lluvias, cuando hay exceso de humedad en la base de los tallos y la temperatura es de 23 a 26 grados centígrados durante el día.
Como medida preventiva para esta enfermedad se sugiere nivelar perfectamente el terreno para evitar encharcamientos excesos de humedad. Igual que para la marchitez bacteriana, el control químico de esta enfermedad se realiza con terramicina agrícola y fertilizante foliar.
Pudrición texana. Esta enfermedad es frecuente en suelos alcalinos y arenosos, característicos de la región Norte Centro de México. Los síntomas se observan como un amarillamiento de las puntas de los tallos de los rebrotes y el secamiento posterior de la planta. La raíz presenta una pudrición negra con filamentos blanquecinos sobre su corteza al nivel del suelo; además, cerca de las plantas muertas aparecen masas de esporas del hongo.
Para su control se sugiere hacer rotación de cultivos de gramíneas al menos por tres años. Además es recomendable reducir el pH de los suelos por medio de la aplicación de ácidos húmicos, aplicar terramicina agrícola y fertilizante foliar que estimule los rebrotes de las plantas afectadas por la enfermedad.
 

 
  

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